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Educar con el ejemplo, por José Miguel Rosado Pat

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El principio de la educación es predicar con ejemplo

Turgot (1727-1781)
Político y economista francés.

Bien lo afirmaba el copetudo del epígrafe. Los conocedores y los no tanto que se encuentran inmersos o involucrados en el tema y ámbito de la educación, aún cuando han estado en posiciones encontradas o han defendido tesis o intereses opuestos, la mayoría ha coincidido con la frase del fisiócrata. Ahora bien, traslademos a los asuntos de la política y de lo político el tema de la educación, aclarando de antemano que, la abordaremos desde el plano de lo ético y lo moral, es decir, en este editorial, entenderemos la educación como la acción de dirigir, encaminar o doctrinar a los grupos humanos; como la acción que nos permite desarrollar y perfeccionar las facultades intelectuales y afinar los sentidos, con lo que incluso, traspasamos el límite de entenderla únicamente como la enseñanza de los buenos usos de urbanidad y cortesía necesarios para la buena convivencia.

En ese sentido y, como siempre, resulta complejo escribir sobre la política, pues siempre implica, directa o indirectamente, hacerlo de los políticos. Sin entrar en detalles de las formas, maneras o estándares del cómo, tocaré un punto, que a mí parecer, posee más importancia y relevancia de lo que aparenta.

Hemos dicho que el ejemplo es la mejor forma de educar. Basta que el padre o la madre muestren a sus hijos, en cada oportunidad que tengan, que es posible vivir bien siendo honestos para que esos futuros adultos continúen y reproduzcan ese comportamiento, aunque eso no signifique que estarán aislados de las influencias del mundo externo, el cual nos otorga solamente dos opciones en la vida: mantenerse y resistir o desfallecer y corrompernos.

Lo mismo sucede en la casa, en la escuela, en la facultad, en el trabajo que en una institución religiosa y, por supuesto, en la política.
Algo interesante está sucediendo en los funcionarios del gobierno del estado, pues ahora, inclusive a los que nunca vimos vestir, con anterioridad, un pants, un short o camiseta deportiva, ahora, la portan con orgullo y la lucen en las varias carreras organizadas por organizaciones de la sociedad civil, las instituciones educativas, las propias dependencias gubernamentales y hasta la iniciativa privada.

La razón es conocida. Todos sabemos del gusto personal por el deporte del licenciado Rolando Zapata, sin embargo, en lo particular, nunca imaginé que, aún cuando ocupara la gubernatura, una parte de su rutina diaria, ahora una moda entre la clase política, llegaría a convertirse en la herramienta de muchos, para llevar a cabo parte de su responsabilidad pública. Tan es así que, en los últimos meses, se ha visto a un grupo de personas recorrer las calles de Mérida bajo el eslogan de Correr y Servir, supongo, como una estrategia para acercarse y conocer a fondo las necesidades de los meridanos.

Eso nos demuestra la vigencia que cobra la afirmación de Turgot en nuestros días y que, ni los políticos están exentos de ser educados y aprender de su líder y jefe.
De esa manera esperamos que ese gusto personal del mandatario estatal se vea materializado en el impulso y apoyo al deporte y a los deportistas, a todos sin excepción y, al mismo tiempo, en la consolidación y fortalecimiento del sector salud estatal, en especial en el área de medicina del deporte.
Los ciudadanos anhelamos que el ejemplo cunda y que las buenas prácticas al interior de la administración pública local sean adoptadas por los funcionarios de todos los niveles y no solamente cuando de correr maratones se trate.
José Miguel Rosado Pat