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Los mexicanos, la mejor afición del mundo

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La Mejor Afición del Mundo. Así es como ha catalogado la prensa internacional a los miles de aficionados mexicanos que se han hecho presentes en cada lugar de Brasil en donde se ha parado la escuadra Tricolor.

Gran colorido, creatividad y entusiasmo es  lo que ha caracterizado a nuestros paisanos en tierras brasileñas; desde el primer partido ante Camerún hasta  el vivido ante Croacia, se han visto a chapulines colorados, uniformes de Jorge Campos, pelucas y penachos animando a los verdes en las gradas.

Pero esta fiesta Azteca no solo se ha vivido en tierras cariocas. A los miles de aficionados presentes en Brasil, habrá que sumarle a millones de corazones mexicanos, que aunque no han podido hacer el viaje al país sudamericano; partido a partido han dejado el alma en apoyo a su Tricolor.

La mesa estaba puesta. Una fiesta se vivía en la tribuna y dentro de la cancha veríamos a dos Selecciones que habían dejado excelentes sensaciones en sus dos partidos anteriores, conscientes de que este partido lo tenían que ganar para poder convertirse en uno de los 16 mejores equipos del Mundo.

La Arena Pernambuco en Brasil se pintaba de verde en lo que era una sucursal del Coloso de Santa Úrsula, con incesante apoyo a su Selección; había inmensa mayoría mexicana en las gradas.

Irónicamente, a su vez,  las principales plazas del país se convertían en una sucursal de la Arena Pernambuco, como si estuvieran viendo  la grama del estadio brasileño y no las pantallas gigantes, que nuevamente se colocaron por las autoridades mexicanas.

Una tarde fría y lluviosa era la que se vivía en nuestro país, sin embargo; la glorieta de la Minerva en Guadalajara, la Macroplaza en Monterrey y el Ángel de la Independencia en la ciudad de México lucían una inmensa presencia de aficionados esperando por el encuentro.

Al fin había llegado el momento. Minutos antes de las 15:00 horas, se podía apreciar en las pantallas gigantes al equipo mexicano y el croata listos para salir a la cancha y comenzar la batalla.

Dio inicio la ceremonia protocolaria y con ello uno de los momentos más emotivos que se viven en cada partido; la entonación de los himnos nacionales. Primero fue el turno de Croacia, quienes cantaron su himno con gran ilusión, ante el respeto de la afición rival.

Los aficionados mexicanos esperaban ansiosos su participación. Así llegó el turno para los nuestros. En la cancha se podía apreciar a los jugadores mexicanos y cuerpo técnico abrazarse y entonar a todo pulmón su glorioso himno.

Mientras tanto, en las tribunas la afición Tricolor hacía lo propio, haciendo retumbar la Arena Pernambuco con la letra de nuestro himno, como si ya se tratara de una tradición. Esto no pasaba desapercibido en nuestro país, con millones de almas entonando a todo pulmón el grito de guerra, para el enfrentamiento que se avecinaba, se erizaba la piel ante tal ambiente.

Así se dio el silbatazo inicial, y con ello millones  de ilusiones sembradas en once guerreros que harían todo por avanzar a la siguiente ronda.

Los primeros minutos no fueron  fáciles para la Selección Azteca. Como ya se esperaba, la escuadra Croata se plantaba bien en la cancha y se hacía de la posesión del balón, buscando la ventaja para su causa.

En la tribuna sabían el importante papel que jugaban dentro de esta gran batalla, y por ello desde el primer minuto se escuchaba gran aliento, para uno de los últimos héroes del balompié nacional; Oribe Peralta.

En nuestro país no era distinto el marco, y al grito de ¡México, México! se demostraba el apoyo hacía nuestra Selección. La lluvia y el frio se convertían en acompañantes de toda una nación que se desbordaba en apoyo al equipo de todos.

Los primeros 15 minutos transcurrieron de esa manera, con la oncena Croata haciéndose de la posesión del balón, buscando el marco mexicano, ante la incertidumbre y tensión del público nacional que no cesaba en apoyo para los nuestros.

Al minuto 17 se ahogaba por primera vez en la tarde el grito de gol para los aficionados presentes en la Plaza de la Constitución. Héctor Herrera tomó el balón afuera del área croata y con furia sacó un potente disparo que se estrelló en el travesaño del arco de Pletikoza.

La primera de peligro era para los nuestros y eso hacía crecer la ilusión de los mexicanos, quienes se lamentaban un par de minutos más tarde al ver que Oribe Peralta se resbalaba y desperdiciaba un mano a mano ante el arquero balcánico.

Estas últimas de peligro para México, rompían con la tensión que se vivía y así es como se presentaba el ya tradicional cielito lindo. Los miles  de mexicanos en la plaza de la constitución vivían una auténtica fiesta, esperando que su equipo hiciera lo propio en la cancha.

Así finalizaron las acciones de la primera mitad, con un encuentro lleno de garra por parte de ambas escuadras, que buscaban a toda costa llevarse la ventaja. Las tablas en el marcador le daban el pase a México y por ello el pueblo mexicano respiraba tranquilo alentando a su equipo, aunque consciente de que se tenía que ganar el partido.

Dio inicio la parte complementaria y con ello los ánimos revitalizados en la afición mexicana. En la Arena Pernambuco se escuchaba de nueva cuenta el cielito y en nuestro país se alentaba a los nuestros al grito de ¡si se puede!.

Los primeros minutos de la segunda mitad se presentaron como se habían dado al inicio del partido, con la escuadra Croata dueña del balón y buscando el marco de Guillermo Ochoa, sabiendo que con este marcador quedaban fuera de la máxima justa.

Desconcierto en la cancha, incertidumbre en la tribuna y tensión en nuestro país se convirtieron en los principales factores que describían este segundo tiempo para la escuadra Azteca.

Pero había alguien que no se encontraba desconcertado,  no mostraba incertidumbre, ni tensión. Se trataba de nuestro estratega, Miguel Herrera. Fiel a su costumbre, vivía el partido de manera intensa, pero con la cabeza fría.

Así es como decidió mandar a la cancha a Javier Hernández. Al 61’ se produjo la entrada del famoso Chicharito en lugar de Giovani Dos Santos. En la Arena Pernambuco se recibió al delantero del Manchester United con una gran ovación, mientras en nuestro país se coreaba al ariete mexicano; ¡chicharo, chicharo! Retumbaba el zócalo de la Ciudad de México.

Aún se escuchaba la ovación para el delantero, cuando éste cayó dentro del área en lo que parecía un penal a favor de los nuestros. El árbitro central ni se inmutó y no marcó nada. La jugada siguió y tras un disparo de Guardado, el jugador Croata Srna cometió una mano dentro de su área, este si era un penal clarísimo que el silbante se “comía”.

De inmediato el descontento y desaprobación de la multitud se manifestó. De nueva cuenta se sentía impotencia por saber que se estaba haciendo en la cancha lo posible por adelantarse en el marcador, pero el arbitraje otra vez iba en contra de los verdes.

Pero el momento era para los nuestros, y así lo manifestaron en la cancha los jugadores mexicanos, dejando de lado la polémica actuación del silbante central.

En la cancha nuestros guerreros dejaban el alma y la piel en cada balón, en la tribuna se dejaba la garganta con cada grito de aliento y en nuestro país se dejaba corazón para un mismo fin.

Así es como llegó la recompensa a este gran esfuerzo. Al minuto 71 Rafael Márquez impactó con la cabeza el balón en un tiro de esquina y lo mandó al fondo de la portería defendida por Pletikosa.

Al fin se terminaban los gritos ahogados de la afición Tricolor, en Brasil, en nuestro país y en cada rincón del Mundo en donde hubiera un mexicano, habría una explosión de júbilo, por el tanto conseguido por nuestro gran capitán.

El partido era verde, la escuadra nacional se hizo con el balón y buscaba finiquitar de una vez por todas el partido.

Tan solo tres minutos más tarde llegó la recompensa, tras una jugada a velocidad del cuadro mexicano, Andrés Guardado impactó un balón desde el costado izquierdo del área balcánica y lo mandó al fondo de la red. Era el tanto de la tranquilidad y eso lo sabía toda una nación.

Por segunda vez en la noche la Arena Pernambuco estalló de felicidad, y en nuestro país se respiraba tranquilidad, mientras se veía en las pantallas con gran algarabía a Miguel Herrera festejar de manera eufórica con Paul Aguilar y Guillermo Ochoa.

Pero aún faltaba más en esta tarde maravillosa. El partido estaba roto y México lo dominaba, sabiendo que tenía la calificación en sus manos. De esta manera se presentó la cereza del pastel.

A balón parado, uno de los jugadores que había revolucionado el ataque Tricolor, Javier Hernández firmó con un cabezazo certero el tercero de los nuestros. La fiesta era total, México se sabía ganador y en la tribuna lo agradecían con gran felicidad.

En los minutos finales, al 87’ tras un descuido de la zaga mexicana Ivan Perisic lograría el descuento para el cuadro europeo, aunque ya de muy poco servía para su causa.

El destino ya estaba marcado para los verdes. Así concluyeron las acciones del encuentro de la tercera jornada que colocaba a México en los Octavos de Final de la Copa del Mundo, y el siguiente encuentro sería ante Holanda.

Las acciones concluyeron en el terreno de juego, pero no fue así en la tribuna de la Arena Amazonia que festejaban el triunfo de su Tricolor.

En nuestro país,  toda una nación se desbordaba con lo logrado por sus once guerreros dentro del terreno de juego.

Apenas finalizó el encuentro, miles de aficionados presentes en el zócalo capitalino y en sus hogares se dirigieron al Ángel de la Independencia, para festejar como ya es una tradición en cada victoria de la escuadra Azteca.

Si para el último festejo del triunfo Azteca ante Camerún, se presentaron más de 20 mil personas, para este día se espera que se supere esta cifra con marcada diferencia, con una nación desbordada por el triunfo de su Tricolor.

La fiesta en todo México es Tricolor!!!

 

FUENTE: http://www.femexfut.org.mx/