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PAN apuesta al futuro, negando su pasado y su presente

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Luego de leer la idea central del mensaje del secretario general del PAN, Ricardo Anaya, dirigido a jóvenes en una reunión de ayer, organizada por el sector juvenil del CEN, en el sentido de que “el PAN es el mejor partido de México, y que en los jóvenes está su futuro”, me quedo pensando en que el joven político ya está contaminado de ese mal que daña al blanquiazul y se llama “ceguera convenenciera”. Algo parecido al efecto avestruz.

Por un momento llegué a pensar que Ricardo Anaya era diferente a Gustavo Madero, pero encuentro entre ellos grandes coincidencias. Ambos dirigen a un PAN que le apuesta al futuro negando su presente.

Con su mensaje central, Ricardo Anaya en realidad les dijo a los jóvenes que ignoren el presente y miren hacia adelante. Es decir, que no hagan caso del grave deterioro de la moral panista. Esa que en el pasado, pero muy pasado, constituyó la fuerza política del PAN.

No exagero, y es mi muy particular punto de vista, creo que la última vez que la moral panista vivió su mejor época y significó votos para el partido, fue en el año 2000, para luego vivir sus peores momentos en plena campaña presidencial de Felipe Calderón, cuando los mexicanos confirmamos lo que en realidad le estaba pasando al PAN: como fruta tropical, se estaba descomponiendo y al mismo tiempo desfigurando.

Los casos sonados de corrupción a gran escala: los contratos de Hildebrando (cuñado de Calderón) y los negocios con Pemex de Juan Camilo Mouriñó (que en paz descanse), fueron sepulcrales y sentenciaron la caída del “cambio” en el 2012.

Ricardo Anaya y Gustavo Madero tratan de hacer olvidar a los jóvenes – apostando a su inmadurez -, que nunca un futuro va primero que el presente y menos del pasado.

El PAN y el PRI se diferencian en muy poco: El PAN tuvo su propio Carlos Salinas de Gortari en la figura de Felipe Calderón. Ambos arribaron al poder señalados por el dedo de la derrota y el fraude electoral. Uno en 1988 y el otro en el 2006. Ambos se legitimaron en el Congreso de la Unión. Un dato, un hecho, que ni Anaya, ni Madero pueden disfrazar, mucho menos esconder, ni negar.

Otra similitud muy seria, fue el derramamiento de sangre de diversos actores que marcaron la vida pública en ambos sexenios; el del priísta: el asesinato de Colosio, el de José Fco. Ruiz Massieu y el del Cardenal Posadas Ocampo. Mientras que en el de el panista: 100 mil muertos y desaparecidos en una guerra sin cuartel contra la delincuencia que cobró la vida de inocentes, no acabó con la delincuencia, incendió a México, lo hundió en la desesperanza y manchó la imagen del Ejército Nacional.

Ambas presidencias tuvieron mucho que ver con la corrupción. En el gobierno priísta de aquellos años, se encumbró a Elba Esther Gordillo Morales y en el del PAN, se le consolidó como operadora electoral. De hecho, tanto Vicente Fox como Calderón premiaron a la Maestra e hicieron alianzas con ella y luego le otorgaron un pedazo sustancial del “pastel” presidencial.

En lo económico y financiero, Felipe Calderón y Vicente Fox obedecieron la línea del modelo económico trazado por Carlos Salinas de Gortari. No le movieron una coma al modelo, al contrario lo siguieron al pie de la letra. Aquí otra coincidencia.

Hoy cuando Ricardo Anaya, un joven, le habla a otros jóvenes, nos deja un dejo de decepción, pues cierra los ojos e invita a sus pares a hacer lo mismo.

Gustavo Madero es un dirigente muy corrupto, extremadamente negociante, no tiene más metas que su supervivencia política. Es un dirigente que no alcanza a ser líder, porque no enarbola los principios de las luchas cívicas contra la corrupción. Es más, él es un adalid de la corrupción que impera en México. Un hombre que no inspira los valores de la democracia. Acostumbrado a chantajear y a negociar de último minuto beneficios que a él convengan.

Durante su gestión, el PAN se ha sumido en un fango de corruptelas. Los mexicanos hemos sido testigos de cómo se desarrollan los procesos internos de selección de candidatos en medio de una guerra marcada por la compra de votos, la coacción del voto, la compra de conciencias, el manejo de los recursos públicos para hacer a un candidato o a otro, etc.

Si Anaya en realidad quiere que en el México del futuro se logre meter a la cárcel a los corruptos, debe ser honesto con los jóvenes panistas que le ven como una esperanza para salir del atolladero en el que se encuentra sumido el blanquiazul, y decirles con sinceridad que eso, va a ser casi imposible de lograr. Porque es la corrupción el verdadero camino que ha llevado al PAN al poder en el pasado reciente, a tener los espacios en el presente vivo, y sin duda, las que consiga en el futuro que se viene. No se puede prometer para el futuro lo que no se hace en el presente, ni se hizo en el pasado reciente cuando fueron gobierno y nadie se los impedía.

Insisto, a Elba Esther Gordillo debieron los panistas, meterla a la cárcel, pero prefirieron negociar con ella y dejarla gozar del poder, y como a ella, también dejaron libres a muchos corruptos más. Así gobernó el PAN. Con base a eso, Anaya debería fundamentar su predica y complementarla con ejemplos de congruencia, ¿el PAN ha limpiado sus procesos internos de la sospecha por corrupción y compra de votos?. NO verdad, ¿entonces?, ¿de qué habla Ricardo Anaya?.

Ahora el INE será el brazo operador para el PAN. Pues legitimará y consumará diversas concertasesiones en el futuro por venir. Así lo veo.

A los jóvenes no hay que enseñarles a mentir, menos a soñar sin argumentos y menos a vivir de esclavos de la manipulación y el maniqueísmo político electoral. NO es justo, no se lo merecen, no es digno, no es lo correcto. Pero …